En las últimas semanas se ha llevado a cabo la última ronda de negociaciones mantenidas entre los representantes de la Unión Europea y Reino Unido, equipos liderados por el británico David Frost y por el francés Michel Barnier, tras la cual ambos líderes han llegado a la conclusión de que “persisten serias diferencias”.
Tras la fecha clave del 30 de junio de 2020, plazo límite para que Reino Unido hubiera pedido una extensión del período de transición, sin que finalmente el Reino Unido la haya solicitado, la ronda de negociaciones que debía terminar el 3 de julio, finalizó un día antes entre profundas diferencias en ambos lados de la mesa.
Una de las mayores diferencias entre ambos bloques está en las ayudas de Estado, una serie de garantías de que el Reino Unido no va a hacer una competencia desleal a la Unión Europea, con una fiscalidad ventajosa, rebajando los estándares medioambientales o flexibilizando las ayudas de Estado.
De aquí al 31 de diciembre de 2020 (fecha en la que finaliza el periodo de transición), hay dos fechas claves para el futuro del acuerdo entre ambos bloques, el 15 de octubre, cuando tendrá lugar una reunión del Consejo Europeo, y el 26 de noviembre de 2020, fecha límite de presentación de un acuerdo entre ambos bloques, para su aprobación.
A día de hoy, y con la coyuntura mundial en la que nos encontramos, pensamos que es cada día más difícil que ambos bloques lleguen a un acuerdo antes del 26 de noviembre de 2020, por lo menos en materia de cooperación judicial y policial. Por otro lado, la Unión Europea es de la opinión que el Reino Unido quiere acogerse a todas las ventajas de pertenecer a un mercado único, como que firmas financieras situadas en Londres sigan operando libremente, sin que se acojan a la normativa comunitaria.
Así, en las reuniones mantenidas por ambos bloques a principios de mes, Michel Bernier desatendió los deseos del Reino Unido, que proponía permitir operar como hasta ahora a las firmas financieras de la City, con sus empleados realizando business trips libremente entre Reino Unido y la UE.
Según Bernier, “the proposals could even create a significant risk of avoiding regulation altogether. There is no way member states or the European Parliament would accept this! The U.K. would like to make it easy to continue to run EU businesses from London, with minimal
operations and staff on the continent.”
En nuestra opinión, hoy en día lo más probable es la posibilidad de que se llegue a un acuerdo básico sobre materia comercial, y que otros asuntos más complejos y ambiciosos se sigan discutiendo una vez Reino Unido abandone la Unión Europea de manera permanente.
Mientras tanto, seguiremos a la espera de que se lleve a cabo la siguiente ronda de negociaciones y veremos si estas siguen estancadas o, para bien de todos, se alcancen avances significativos y aterrizados.
Iván Sáez Fuertes, Associate Partner de EY Abogados
Adriana Agudo Martin, Staff/Assistant de EY Abogados.